IPS viernes, 18 de junio de 2010
En un día primaveral en el Golfo de México, un reventón en una perforación petrolera submarina inició un enorme derrame de crudo. Se intentó limitar la fuga sellando el pozo, taponándolo o cubriéndolo. Nada funcionó. (918 palabras) - Por Matthew O. Berger y Emilio Godoy
Petróleo flota en el mar del Golfo de México. Fotógrafo: REUTERS/Sean Gardner
Eso fue 31 años atrás, en junio de 1979. La explosión y
hundimiento de la plataforma de exploración de la estatal Petróleos
Mexicanos (Pemex) fue el peor derrame accidental de crudo de la
historia.
El desastre continuó hasta el 24 de marzo de 1980. Se dispersaron
3,3 millones de barriles de crudo, según Pemex, y más de un millón
de barriles quedaron flotando en las aguas.
Se cree que la cantidad de hidrocarburo que mana del pozo de
British Petroleum desde el 20 de abril de este año --cuando colapsó
la plataforma Deepwater Horizon en el mismo Golfo de México--,
superará a la de Ixtoc. Algunos creen que ya lo hizo.
Se ignora qué efecto final tendrá ese petróleo en el ambiente y
los asentamientos humanos circundantes. Pero Ixtoc parece el mejor
lugar para buscar respuestas.
Sin embargo, muy pocos estudios se han realizado sobre esa
catástrofe.
Uno de ellos, "Impacto ecológico de la industria petrolera en la
Sonda de Campeche, México, tras tres décadas de actividad",
publicado en 2004 por cuatro científicos mexicanos, concluyó que el
daño primordial fue la alteración de los estuarios y lagunas
costeras, especialmente en la reproducción y el crecimiento de
varias especies pesqueras.
El biólogo Wes Tunnell, del Instituto Harte de Investigación para
el Golfo de México de la Texas A&M University en Corpus
Christi, también estudió los impactos de Ixtoc.
Tunnell ha observado por 45 años el sur del Golfo y la Sonda de
Campeche --un área de de unos 8.000 kilómetros cuadrados al sudeste
de la capital mexicana donde estaba el pozo de Ixtoc-- con visitas
frecuentes a zonas afectadas por diversos derrames.
"Incluso para la mayoría de los que estudiamos la fuga de Ixtoc
aún es incomprensible qué pasó con todo ese crudo", dijo a
IPS.
El incendió y hundimiento de la plataforma fue el 3 de junio. Las
corrientes arrastraron la marea negra hasta las costas de los
estados mexicanos de Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas, y
llegó al sureño estado estadounidense de Texas en la primera semana
de agosto.
"En las siguientes seis semanas, una faja de petróleo y alquitrán
de 48 kilómetros de largo y unos 30 metros de ancho cubrió las
playas del sur de Texas, con un grosor de hasta 30 centímetros",
dijo Tunnell.
Él y otros investigadores habían tomado muestras allí en julio,
antes de que llegara la marea negra. Regresaron en septiembre,
"cuando el crudo se había revuelto con las tormentas".
Hallaron una reducción de dos grupos de organismos, gusanos
marinos y pequeños crustáceos, "que se cuentan en miles por metro
cuadrado en la arena que pisamos en la zona de rompiente". La caída
era de entre 50 y 80 por ciento en la zona intermareal.
"No vimos una reducción de especies, sino de individuos. Y nos
dijimos: Oh, esto es realmente grave", recordó Tunnell.
Dos años y medio después, envió a las mismas playas a un
estudiante que preparaba su tesis. La abundancia de gusanos y
crustáceos se había recuperado.
"En dos o tres años, la fauna de la playa o sus poblaciones
regresaron al parecer al nivel anterior. Las playas de arenas de
granos finos se limpian rápido", aseveró.
Tunnell asegura que un fenómeno similar se registró en los bancos
de camarones de Campeche, los mayores del sur del Golfo,
recuperados dos años después del accidente, "algo muy sorprendente
para nosotros", dijo.
Tom Shirley, también del Instituto Harte, apunta algunos
elementos.
Cada año se filtra naturalmente al mar una cantidad de crudo
equivalente a un buque tanque de los yacimientos submarinos del
Golfo. Los organismos de la zona se han adaptado a soportar una
constante presencia de crudo en las aguas.
Eso podría significar que la fauna del Golfo tiene una notable
capacidad para degradar las moléculas de los hidrocarburos,
aventuró Sherley.
Sin embargo, explicó, esas filtraciones naturales son muchísimo
más graduales que la situación actual, cuando hay decenas de miles
de barriles manando y flotando en las aguas, como ahora.
"Mientras los derrames se mantienen en mar abierto, sus efectos
son relativamente pocos, pero los problemas aumentan cuando llegan
a la costa", dijo a IPS el biólogo del estatal Centro de
Investigaciones Biológicas del Noreste, Daniel Lluch-Cota, uno de
los cuatro autores del estudio publicado en 2004.
El ataque a la flora y la fauna costera "es grave, desde la
productividad del fitoplancton hasta efectos directos en aves
marinas y otras especies", indicó Lluch-Cota.
Remanentes de Ixtoc todavía se podían ver y tocar siete años
atrás. Tunnell se apresta en estos días a investigar si aún están
allí.
En 1979, un par de estudiantes suyos hallaron crudo en arrecifes
del sur del Golfo, cerca de Veracruz, arrastrado por las tormentas
y flotando encima de ellos. Muchas islas tenían una capa aceitosa
de unos 30 centímetros.
El biólogo siguió rastreando esos colchones cada mes de junio con
sus estudiantes. "Lentamente se fueron disolviendo, sobre todo en
los cinco o seis primeros años. Después ya era bastante difícil
encontrarlos", sostuvo.
Pero los ecologistas advierten que hasta ahora no hay evaluaciones
fidedignas.
El estudio de Lluch-Cota advierte que la falta de información
sistematizada sobre la situación biológica y natural de los
ecosistemas del Golfo a lo largo de los años es el principal
obstáculo para las conclusiones claras sobre el impacto de la
extracción petrolera.
"No sabemos si el daño ocasionado en Ixtoc se recuperó. La
capacidad de Pemex para responder a la contaminación es limitada",
dijo a IPS el coordinador político de Greenpeace para América
Latina, Gustavo Ampugnani.
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