IPS viernes, 21 de mayo de 2010
El ex técnico nuclear israelí Mordechai Vanunu, quien pasó 18 años en la cárcel por haber divulgado el arsenal atómico de su país, fue sentenciado a otros tres meses de prisión tras supuestamente haberse negado a realizar servicios comunitarios en Jerusalén occidental. (846 palabras) - Por Mel Frykberg
Activistas manifiestan contra la muralla de separación. Crédito: Mel Frykberg/IPS
RAMALAH, Palestina - El ex técnico nuclear israelí Mordechai Vanunu, quien pasó 18 años en la cárcel por haber divulgado el arsenal atómico de su país, fue sentenciado a otros tres meses de prisión tras supuestamente haberse negado a realizar servicios comunitarios en Jerusalén occidental.
Vanunu, otrora empleado de la instalación nuclear secreta
israelí de Dimona, en el meridional desierto de Néguev, cobró
notoriedad tras revelar información sobre esa central a la prensa
internacional.
Fue secuestrado por la agencia israelí de inteligencia Mossad en
Roma y llevado de regreso a Israel, donde cumplió su sentencia, la
mayor parte en confinamiento solitario.
Tras su liberación, se le ordenó que no hablara con extranjeros o
con periodistas internacionales, pero rompió esa regla en varias
oportunidades.
Hoy, la insistencia de la Fiscalía de que Vanunu aún supone una
amenaza para la seguridad de Israel décadas después de haber sido
sentenciado, y pese a que ya reveló todo lo que sabía, despiertan
dudas en el público sobre si es realmente necesario mantenerlo
callado.
También es de creciente debate en los medios israelíes el poder
que tiene el Servicio de Seguridad General, "Shabak" (ex Shin Bet),
la agencia de inteligencia interna, y si el país podría estar
convirtiéndose en un Estado policial.
La polémica se avivó con los recientes arrestos nocturnos de un
turco y varios israelíes árabes acusados de espionaje y con el
secretismo que rodea a esas detenciones.
Se han producido varios otros incidentes involucrando al Shabak. A
comienzos de este año, la agencia dictó una orden mordaza a la
prensa en relación a la detención e interrogatorio del periodista
israelí Anat Kam.
El reportero habría copiado documentación secreta de las Fuerzas
de Defensa Israelíes sobre asesinatos extrajudiciales de
combatientes de la resistencia palestina.
El público israelí fue el último en enterarse sobre el arresto
domiciliario de Kam, meses después de que ocurriera, cuando su caso
se convirtió en una noticia internacional y fue reproducida por
toda Internet.
Hace una semana, dos israelíes árabes, Ameer Makhoul, de la
norteña ciudad de Haifa, director general Ittijah, plataforma de
organizaciones no gubernamentales palestinas en Israel, y Omar
Said, del partido político Balad, fueron arrestados por agentes del
Shabak y escuadrones antiterroristas fuertemente armados durante
redadas nocturnas en sus apartamentos.
Los dos fueron acusados de pasar información al movimiento
islámico chiita libanés Hezbolá (Partido de Dios). El Shabak una
vez más prohibió informar sobre los arrestos los días posteriores,
y algunos detalles del caso aún permanecen en secreto.
Críticos sostienen que las acusaciones contra Makhoul son débiles
y tienen más que ver con su campaña a favor de los derechos de los
israelíes árabes.
También se especula que un crítico discurso de su hermano, el ex
parlamentario Isam Makhoul, sobre el arsenal nuclear de Israel
preocupó a los servicios de seguridad.
El arresto de Ameer Makhoul se produjo en momentos en que la
Agencia Internacional de Energía Atómica se prepara para analizar
por primera vez el programa nuclear de Israel en su próxima reunión
de junio.
Mientras, activistas palestinos que participan de un boicot y de
varias protestas contra la muralla que separa el territorio israelí
de Cisjordania permanecen encarcelados sin ser llevados a
juicio.
Abdullah Abu Rahme, integrante de la comisión de la aldea de
Bili'in contra la barrera de separación --que ha expropiado grandes
porciones de tierra palestina--, se encuentra detenido desde hace
más de cinco meses.
Las autoridades israelíes lo acusan de incitar y planificar
manifestaciones no violentas semanales contra la muralla y contra
las armas nucleares, apoyadas por otros activistas israelíes e
internacionales.
En las manifestaciones, los activistas convirtieron en símbolos
pacifistas balas de goma y latas de gases lacrimógenos.
Otra orden mordaza fue dictada por el Shabak semanas atrás tras el
arresto en Cisjordania del turco Izzet Shahin, voluntario de la
Fundación para los Derechos Humanos, las Libertades y la Ayuda
Humanitaria, organización no gubernamental islámica proscrita por
Israel.
Izzet es acusado de integrar ese grupo y de organizar el envío de
un barco de ayuda humanitaria a Gaza a fines de mayo. Ese
territorio costero palestino está cercado por las fuerzas
israelíes.
Semanas atrás, un famoso payaso español fue deportado del
aeropuerto internacional israelí Ben Gurión acusado de intentar
hacer contacto con "organizaciones terroristas".
Ivan Prado tenía previsto participar de un festival internacional
de payasos en la central ciudad cisjordana de Ramalah, pero de ser
interrogado durante seis horas por el Shebek, se le negó la entrada
a Israel y fue enviado de regreso a España por "razones de
seguridad".
Algunos comentadores en Ramallah señalaron que los agentes de
seguridad israelíes fueron "los verdaderos payasos". El caso fue un
bochorno para la cancillería israelí y provocó tensiones con el
gobierno español.
Mientras, varios izquierdistas israelíes están siendo sometidos a
juicio por "amotinarse y atacar a la policía" durante una protesta
no violenta en el suburbio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén
oriental.
Los manifestantes, que protestaban contra la construcción de
asentamientos judíos en territorios palestinos, aseguran haber sido
detenidos luego de negarse a dispersarse durante una manifestación
que había sido permitida por un tribunal israelí.